La escritora Rosa Roma dice de La
cultivadora de orquídeas:
En La cultivadora de orquídeas la intriga se desarrolla hasta envolver
al lector que, atrapado en los sucesos que van desencadenándose, penetra en un
mundo diferente aunque no del todo ajeno a este presente más liberado en el que
el amor lésbico pone cierto matiz ingenuo a la fría Yerma, la protagonista, capaz de enamorarse para llenar un hueco que
le hace ir por la vida con una avidez insaciable, dispuesta a devorar más que a
convivir. El relato es trepidante y arrastra con su dinamismo, sin dejar de
entrar en los detalles, las fechas, las comidas y los lugares de una Andalucía por
la que pasean las protagonistas con el telón de fondo granadino, muy lorquiano,
quizá para recordarnos, no solamente la obsesión de Yerma, cuya causa es distinta,
como su meta, pues hay aquí constancia del predominio de mujeres dotadas de
fuerza, de un coraje que les lleva a conseguir lo que se proponen sin que
importen los medios. Y es esa fuerza, ese dominio que tantas veces vemos en el
varón, lo que destaca de algunas protagonistas de esta novela.
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