Los azares no
sólo afectan a las personas, también a sus obras y en este caso a los libros.
La obra de Roberto Tejela tiene historia, mucha, azarosa. Su obra se compone de
tres novelas, cada una editada en una editorial diferente pese a que todas
tienen un nexo en común, sus protagonistas y el traslado de la acción a un
territorio negrísimo como es Colombia.
La mala fortuna
hace que sea casi imposible seguir la serie por el orden adecuado y aunque sea
un handicap tampoco es insalvable, puedo decir, con toda sinceridad, que cada
novela se puede leer independientemente aunque el cuadro es un poco menos vivo.
He leído en primer lugar la última, La cultivadora de orquídeas y en
esta ocasión la segunda El paseo millonario, me falta la primera La
narco consorte, obra a la que he sido incapaz de acceder.
Centrándonos en
la presente obra que quede muy claro que Tejela tiene talento como escritor, no
ofrece un estilo florido ni cargado de alambicadas metáforas, pero tiene dos
cosas importantísimas en la literatura que es ritmo y pulsión narrativa. Se
hace difícil dejar de leer incluso cuando la realidad que narra no es nada
agradable, es más, la realidad que narra es demasiado desagradable, la vida
vale poco y el ser humano se parece, en demasía, a un animal acorralado.
El autor, como
ya dije, traslada la acción a Colombia, haciendo una conexión con España. En
Colombia no trata de ladrones de guante blanco o de narcos violentos pero
educados, no, aquí se refleja la realidad más bruta de la delincuencia de calle
de Bogotá o lo que es lo mismo, revólveres, escopolamina o burundanga, y
delitos comunes como es el “paseo millonario” o traducido un secuestro Express.
La acción gira
en torno a un “paseo millonario” descubriéndonos, a un mismo tiempo, las
miserias de los delincuentes y de los honrados ciudadanos españoles, familia
del “paseado”.
Unos son
violentos, sin engañar, con la pistola en la mano y otros lo son aún más violentos
con una sonrisa en los labios, una copa de martini entre las manos y una
hipocresía que no engaña a nadie.
La mezcla de
bajos fondos colombianos y personas acomodadas españolas funciona por poco,
perdemos los nacionales por goleada, y queda demasiado claro que sólo existe un
bando que sabe a que juega. Es esa ingenuidad, llevada a un punto elevado que
no al extremo, lo que hace tambalear la credibilidad de cierta parte de la
trama.
Aún así lo que
el autor quiere indicar, creo que es ese choque brusco de dos realidades, se
hace patente con meridiana claridad.
La obra es de
lectura más que recomendable. Me agradaría que se pudiera leer toda de un
tirón, comenzado por el principio, de seguro que la protagonista, Yerma, se nos
muestra con una realidad más global y la comprenderíamos mejor, aún así la mano
del escritor permite que se puedan leer por separado. Animaría al escritor a
proseguir por esta senda, no abandonarla, traernos de su experiencia y sus
vivencias, esos personajes, esos delitos y esas tramas a la puerta de nuestra
librería. Sin duda resulta un agradable chorro de aire fresco.
Sergio Torrijos – laRepúblicaCultural.es
http://www.larepublicacultural.es/article6685.html